Hace tan solo unos años el simple hecho de conocer gente nueva era una actividad realmente singular. Un grupo de amigos se iba a algún lugar de agrupamiento social a conocer gente nueva. Las relaciones nuevas se creaban en un abrir y cerrar de ojos. Ahora es mucho más fácil tanto para el ego como para los que se preocupan de sobremanera por el tiempo y como gastarlo. Un perfil en una de las redes más populares de amigos y pasar unos cuantos minutos buscando anónimamente por nombre o por amigo o amiga más cercana. No sé si el cambio es una evolución de lo viejo o un atraso de lo nuevo.
A algunos les parece una buena práctica escoger al azar un nombre que crean hermoso para una nueva novia. Buscarlo entre las miles de personas de las redes sociales y mandar un mensaje perfectamente redactado a esa que parezca ser una persona más o menos decente. Un mensaje que no lo haga parecer desesperado, que no le haga pensar a ella que él es de esos que hacen de esta actividad algo cotidiano. Los mensajes siempre van a lo mismo, un correo, un café, una salida. Por un lado los entiendo, ya que ese mensaje, la primera impresión es algo que podemos controlar, y planear de forma casi indefinida.
Por otro lado, algunos (los por así decirlo “anticuados”) son como las fantásticas criaturas de la noche. Todos sabemos que existen pero nadie nunca ha visto a uno en persona. Rondan las pocas reuniones reales de amigos para conocer gente nueva y utilizando los mismo recursos de siempre, además de romanticismo y un poco de amor. Endulzan a las mujeres que se encuentran.
En fin, parece que la evolución de conocer gente ya sea para fines románticos o amistosos de a convertido en una de dos; Una búsqueda de lo fantástico e irreal llegando a limites increíbles o simple y sencillamente imaginarios. O la protección del ego detrás de una fachada de mentiras y contacto irreal con personas lejanas.
Mis tiempos de en realidad salir de una habitación para conocer gente interesante, gente agradable, gente para algún futuro han pasado de moda, para convertirse en una búsqueda de productos etiquetados en algún circulo de personas que nunca conoci realmente. Sera acaso que preferimos la tratar el amor ya sea amistoso o relacional como una acción interrumpida?
A algunos les parece una buena práctica escoger al azar un nombre que crean hermoso para una nueva novia. Buscarlo entre las miles de personas de las redes sociales y mandar un mensaje perfectamente redactado a esa que parezca ser una persona más o menos decente. Un mensaje que no lo haga parecer desesperado, que no le haga pensar a ella que él es de esos que hacen de esta actividad algo cotidiano. Los mensajes siempre van a lo mismo, un correo, un café, una salida. Por un lado los entiendo, ya que ese mensaje, la primera impresión es algo que podemos controlar, y planear de forma casi indefinida.
Por otro lado, algunos (los por así decirlo “anticuados”) son como las fantásticas criaturas de la noche. Todos sabemos que existen pero nadie nunca ha visto a uno en persona. Rondan las pocas reuniones reales de amigos para conocer gente nueva y utilizando los mismo recursos de siempre, además de romanticismo y un poco de amor. Endulzan a las mujeres que se encuentran.
En fin, parece que la evolución de conocer gente ya sea para fines románticos o amistosos de a convertido en una de dos; Una búsqueda de lo fantástico e irreal llegando a limites increíbles o simple y sencillamente imaginarios. O la protección del ego detrás de una fachada de mentiras y contacto irreal con personas lejanas.
Mis tiempos de en realidad salir de una habitación para conocer gente interesante, gente agradable, gente para algún futuro han pasado de moda, para convertirse en una búsqueda de productos etiquetados en algún circulo de personas que nunca conoci realmente. Sera acaso que preferimos la tratar el amor ya sea amistoso o relacional como una acción interrumpida?