"...dormí como nunca, al despertar mire mi reloj, eran las 9 am. Me levante de la cama, la cual no era realmente roja. Camine hacia lo que parecía un baño y me duche, dure almenos un par de horas. Me quede meditando sobre lo que paso la noche anterior. Y quien era realmente aquella mujer. No tenia muchos nombres en la cabeza. La simple idea de una mujer desconocida, que actualmente conociera donde estaba, y accediera a tener sexo conmigo era bastante recóndita. Tenia un leve presentimiento a aquella que viajo y olvido, que aun amaba. Pero no le di mucha importancia al asunto. Baje a mi auto y fui a dar una vuelta por el pueblo. Pensando en lo que había sucedido la noche anterior. De regreso pase a la recepción del hotelito donde me quedaba y les pedí que por favor nadie me molestara durante el día. Pareciera que la privacidad era algo realmente importante para estas personas. Durante el resto del día no oí nada. Algo que en serio necesitaba. Ya eran como las 2:45 pm me senté en una pequeña terraza a escribir poesía alegre, de esa que es difícil de escribir. A ver si describo un poco el lugar. La cabaña estaba dirigida al mar. Entre mucha vegetación y con una vista increíble a lo que parecía ser un golfo. Era mi paraíso. Cielo aun azul, y todavía con bastante sol. Decidí intentar una nueva visita de la desconocida. Tendí la cama, prepare unas velas, música, vino, como si estuviera esperando al amor de mi vida. Eran las 5 pm, y no había señal de mi desconocida. Así que salí a ver el atardecer como el día anterior. Pensé que probablemente la encontraría caminando por la playa. Cuando llegue no había nadie. Pero no me importo, me sentía el hombre mas afortunado sobre el planeta. Sentado en la arena, con un cigarro y una copita de vino, la tarde empezó a desatar sus colores púrpuras y naranjas hasta que el mar se torno un espejo espectacular. Sentí pasos detrás de mí. Era ella. Vestida con nada mas que un minúsculo traje de baño blanco, un pelo exquisito suelto que trataba de volar con el viento, anteojos de sol, y una de mis copas de vino. Cálidamente le dije que la había esperado, y me había ido a ver la puesta del sol. Ya hacia frió, así que me levante de la arena, y con cierta timidez, tome su mano y la lleve lentamente a mi cabaña. La noche era mía, nuevamente a la luz de las velas. Pero había una diferencia, esta vez yo controlaba la situación. Tiernamente la tendí en la cama, y empecé a besarla. Han sentido aquellos choquecitos eléctricos cuando tenemos frió. Así me sentía yo. Nuevamente besando a una desconocida. Pero me recordaba demasiado a un gran amor. Que aun no logro olvidar. Nuestras lenguas jugaban entre sí con delicadeza pero muy apasionadamente. Fue un beso muy corto. De su boca baje a su cuello y luego a la base de este, deteniéndome en cada rincón para besar un poco más. Tímidamente desabroche el sostén. Baje a sus pechos, que me contaban que lo estaba disfrutando. De manera juguetona pero tierna comencé muy lentamente a besar sus pezones y a morderlos un poco. Pequeños choques de electricidad recorrían su cuerpo a cada mordisco. Era increíble. Seguí bajando hasta llegar a sus caderas, las cuales trate con sumo cuidado. Besando lenta y profundamente. Tope con su prenda intima la cual baje sin ninguna restricción. Lentamente baje, hasta sus muslos. El calor empezaba a brotar, muy lentamente empecé a dirigirme a su entrepierna. Besando cada centímetro, muy lentamente. Disfrutando cada segundo al máximo. No sé cuanto tiempo transcurrió desde entonces. Es un sabor único. Luego volví a subir, para besar nuevamente sus labios, aquellos labios que me vuelven loco. El que yacía en la cama ahora era yo. Muy lentamente ella comenzó a bajar hasta llegar a mi entrepierna, y con cierta duda comenzó a chupar mi miembro. Me encanto sentir aquella inocente lengua. Aquellas pequeñas manitas, me provocaban largos espasmos eléctricos. Sentía como su lengua juguetona daba círculos en mi pene. Pero antes de que pudiera disfrutar mas, ella se levanto y con una sonrisa maliciosa agarro sus prendas y salió por la puerta..."