jueves, noviembre 30, 2006

La Secuela

"...salió por la puerta hacia el pequeño bosquecito. Quede ahí, tirado en la cama, en medio de la mejor mamada de mi vida. Mi cuerpo completamente sudado, por lo que había pasado anteriormente. Totalmente desertado por el amor de mi vida. Era esto un juego para ella? Lo pensaba averiguar. Ese día, que según lo que me acuerdo era jueves, paso muy tranquilo. Baje al pueblo a despejar la mente de aquellos juegos de placer que días atrás habían tomado lugar en mi habitación. En aquel entonces era un pequeño pueblo que más tarde seria intensivamente explotado por inversionistas extranjeros. Compre algunas frutas y di la vuelta para volver a mi hotel. En el momento que entraba en él parqueo del mismo. Creí haber visto a mi amada bajarse de un carro y entrar en la recepción. Rápidamente baje de mi vehículo y trate de alcanzarla. Era una morena preciosa. Largas piernas, labios carnosos, ojos negros, pelo lacio café oscuro, pechos de tamaño perfecto, culo espectacular. Era ella quien me tendía aquellas trampas de noche? Nunca supe si era ella o no. En un abrir y cerrar de ojos, desapareció del lugar. Fui tratado como un loco al preguntarle a la gente por la flaca despampanante. Así que confundido regrese a mi habitación a limpiar mi mente y descansar el alma. Partí algunas de las frutas que había comprado y me prepare a degustarlas en la terraza. Oí que alguien llamaba a la puerta. Fui haber quien tocaba, pero no había nadie, solo una carta en el suelo. Solo decía “Quiero hablar”. Yo no entendí nada. Simplemente la ignore y seguí con mi banquete de frutas en la terraza. Decidí dejar la puerta entreabierta, por si mi musa se le ocurría visitarme de día. Haber, la terraza, era simple. Dos sillas de madera finamente tallada y una mesita de cristal. Donde había colocado algunos pedacitos de manzana que disfrutaba al máximo. Vestía de blanco, que según había entendido es un color fresco, aunque el movimiento de aire en la habitación era suficiente. Finalmente ella entró al cuarto, y cerro la puerta. Camino hacia la terraza, y con el movimiento más común tomo uno de los pedazos de manzana y se sentó a mi lado a mirar con encanto el cielo azul. Usaba nada mas que un vestido blanco. Y como si la situación se tornara aun más normal, me comento –“Que linda vista se aprecia desde acá”. Ahora si, estaba en otro planeta. Aquella mujer que hace unas pocas horas, me había dejado en la mitad de uno de los mejores momentos de mi vida, estaba ahora sentada a un lado mío, simulando un ambiente de amistad. Después de unos minutos de mirarla, finalmente descubrí quien era. Aquel amor distante, que nunca pude tener. Me levante, de la terraza. Había conseguido descubrir a mi amada, y la verdad nada estaba haciendo en este pueblo. Así que empaque las pocas cosas que lleve al viaje. Las metí en el bulto y me aproxime a la puerta. En el momento en que iba a salir, la escuche decir –“Déjame terminar lo que alguna vez empecé”. Inmediatamente se puse de pie, dió unos cuantos pasos, el vestido cayó al suelo. Las palabras no fueron protagonistas esta vez. Simplemente nos mirábamos. Yo contemplando a esta mi musa putita. Y ella solo mirándome a los ojos. La pasión tampoco jugó un papel importante. No lo pensé dos veces, la agarre y la lleve hacia la cama, donde fácilmente se acostó sin oponer resistencia. Acerque mis labios a los de ella, para besarla, pero no lo hice, baje directamente a sus pechos, los cuales besaba y mordía con lujuria. No había pasión ni amor. Era simple instinto animal. Seguía en mordiendo y besándola, una de mis manos fue directamente a su vagina, para empezar a masajearla, estaba completamente mojada. Baje mi cara, y seguí besando. Primero lamiendo sus labios exteriores, dejándolos totalmente mojados a causa de mi saliva. Luego a su clítoris, para chupar y morder levemente, mientras una de mis manos masajeaba y pellizcaba sus pezones. No había amor en esta escena. Seguí besando con lujuria, metí un dedo mientras succionaba su clítoris. Grandes espasmos empezaban a brotar de mi putita. Metí un segundo dedo en su vagina, ella seguía gozando como loca. Gemía como una desquiciada. Con fuerza y desesperación empujaba mi cara contra ella. Metía y sacaba dos dedos sin restricción alguna. En cierto momento comenzó a temblar. Estaba llegando al orgasmo. Fue ahí, cuando simplemente me levante, tome mis cosas y salí de la habitación..."